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Agrivoltaica 2.0: Cuando los paneles solares y los sensores se casan en el campo, no solo se genera electricidad: nace una agricultura más inteligente, eficiente y resiliente.
¿De qué hablamos cuando hablamos de agrivoltaica 2.0?
Imagina un viñedo con sombrillas solares que no solo generan energía sino que también piensan. Así es la agrivoltaica 2.0: la versión tecnológicamente hipervitaminada de su antecesora. Ya no basta con sembrar bajo paneles solares. Ahora los cultivos se convierten en nodos inteligentes de un ecosistema digital donde cada gota de agua y cada rayo de sol se administra con precisión quirúrgica.
Esta evolución se basa en la arquitectura Lambda aplicada al IoT, donde los datos fluyen en capas: sensores en tierra y aire capturan temperatura, humedad, radiación PAR y viento; los datos se almacenan, analizan y devuelven acciones. Todo esto se hace sin adivinar. La intuición agraria da paso a dashboards predictivos, alertas automatizadas y decisiones basadas en ciencia de datos. Y sí, también hay aplicaciones que te dicen cuándo regar antes de que la planta grite sed.
Eficiencia energética y agrícola en tiempo real
La ironía aquí es deliciosa: cuanto más sombra das, más luz arrojas sobre el cultivo. Al modular dinámicamente los ángulos de los paneles solares, no solo se optimiza la producción eléctrica, también se mitiga el estrés térmico del cultivo. Paneles que giran al ritmo de la fotosíntesis y sensores que avisan si el suelo necesita un trago: es el nuevo tango entre la energía y la agricultura.
La antítesis es clara. Frente a un modelo agrícola que históricamente derrochaba agua, energía y fertilizantes, la nueva propuesta es de exactitud milimétrica. Donde antes se cosechaba incertidumbre, ahora se cultiva conocimiento. Y como resultado, frutas con menos estrés, menos gasto y más valor en el mercado.
República Dominicana: de sol ardiente a solución resiliente
En República Dominicana, donde el sol no pide permiso y la sequía baila merengue con la improvisación agrícola, esta tecnología puede ser revolucionaria. Las zonas agrícolas como San Juan, Monte Plata o Valverde podrían reconvertirse en polos de innovación si adoptan modelos de producción dual: energía limpia arriba, cultivos resilientes abajo.
Con una matriz energética aún dependiente de los fósiles y un campo vulnerable al cambio climático, integrar sensores IoT y paneles solares en el campo dominicano es más que una moda: es una necesidad estratégica. Imagina fincas que generan su propia energía, agricultores que reciben alertas al móvil sobre el clima y cultivos que sobreviven a las olas de calor y a las tormentas tropicales sin perder sabor ni calidad. Eso no es ciencia ficción, es planificación con visión.
Autor: Diana Marcelino-Ramírez

Diana Marcelino-Ramírez | Doctora en formación en el programa de Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones, con línea de investigación centrada en agrivoltaica, BIPV e Internet de las Cosas (IoT) aplicados a la agricultura de precisión. Miembro de la junta directiva de la Asociación de Jóvenes Investigadores de Cartagena AJICT.
Es Ingeniera Electrónica Industrial y Automatizada, con doble Máster en Energías Renovables y en Dirección y Administración de Empresas. Cuenta con más de cinco años de experiencia profesional en sectores como la energía fotovoltaica, las radiocomunicaciones, las telecomunicaciones y la industria tecnológica, donde ha participado activamente en el diseño, implementación y gestión de proyectos complejos, siempre con un enfoque orientado a la innovación y la sostenibilidad.